"...la violencia, la vida y la muerte, el deseo, la sexualidad, van a extender, por debajo de la representación, una inmensa capa de sombra que ahora tratamos de retomar, como podemos, en nuestro discurso, en nuestra libertad, en nuestro pensamiento. Pero nuestro pensamiento es tan corto, nuestra libertad tan sumisa, nuestro discurso tan repetitivo que es muy necesario que nos demos cuenta de que, en el fondo, esta sombra de abajo es un mar por beber."
Michel Foucault, "Las palabras y las cosas".

fronteras

 Leia, que tiene poco más de un año, se resiste de manera decidida a dormirse en mis brazos. Alaridos, miradas dolientes, simulacros de caída libre. Toda una dama aprendiendo a decir no cuando hay que decir sí. El sueño se presenta como un enemigo envolvente, ominoso. La abrazo firme y susurro en su oído, la paseo suavemente bajo la parra. 
La batalla es larga y agobiante, pero el calor nos ablanda.
Leia me mira confundida mientras se va, derrotada, atrapada en la telaraña que segrega una siesta de verano. 
Leia vino al mundo una noche de tormenta y la mayor parte de sus días gana otras contiendas porque su mirada y su sonrisa son irresistibles. Como el sueño, sobre el que delicadamente la deposito, al fin.


León, que tiene casi tres años, se queda a dormir en casa, en mi cama: un colchón king size en el suelo. Antes de cerrar los ojos y apagar la luz quiere leer un cuento. Y después ver fotos de su mamá en mi notebook.
Por la noche la herencia también actúa. León habla en sueños y grita. Le gusta dormir atravesado y con la mitad de su cuerpo en el suelo. Nosotros somos todos un poco sonámbulos. Conversadores oníricos.
A la mañana se incorpora todavía con los ojos cerrados. En cuatro patas levanta las almohadas y las sábanas, las manitos recorren la cama. Yo estoy buscando algo, me dice con una pronunciación de niño grande, una voz casi desconocida para mí. 
¿Qué estás buscando, León?, le pregunto.
Entreabre los ojos y se sienta sorprendido, piensa, mientras sigue mirando: no sé, no sé, no sé, me responde. 


                                                                                Giorgio De Chirico: L'énigme de l'arrivée et de l'après-midi, 1911-12