"...la violencia, la vida y la muerte, el deseo, la sexualidad, van a extender, por debajo de la representación, una inmensa capa de sombra que ahora tratamos de retomar, como podemos, en nuestro discurso, en nuestra libertad, en nuestro pensamiento. Pero nuestro pensamiento es tan corto, nuestra libertad tan sumisa, nuestro discurso tan repetitivo que es muy necesario que nos demos cuenta de que, en el fondo, esta sombra de abajo es un mar por beber."
Michel Foucault, "Las palabras y las cosas".

CASA, ESCENA 6

Pablo y Verónica miran Vértigo en la televisión, acostados en la cama del dormitorio, están en ropa interior. Comen cerezas, Verónica se pinta las uñas. La película está doblada al español. Audio de la TV:

Madeleine: Por qué me sigue?

Scottie: Porque ahora soy responsable de usted. Los chinos dicen que cuando se ha salvado la vida de una persona se es responsable de ella para siempre. Estamos ligados. Y necesito saber.

M: Es muy poco lo que yo sé. Es como si avanzara por un corredor.  Que habría tenido espejos y aún quedan fragmentos de esos espejos. Y a medida que penetro en el corredor no hay más que oscuridad. Y sé que cuando me adentre en la oscuridad… encontraré la muerte. Pero nunca he llegado al final, siempre he retrocedido antes. Menos una vez.

S: Ayer? Y no lo supo, no sabía lo que había pasado hasta que se encontró conmigo. No sabía dónde estaba, pero los detalles, los fragmentos del espejo, los podría recordar?

M: Vagamente.

S: De qué se acuerda?

M: De una habitación. Y yo estoy sola, siempre sola.

S: Qué más?

M: Una tumba

S: Dónde?

M: No lo sé. Una tumba abierta y yo estoy de pie junto a la losa mirándola. Es mi tumba.

S: Pero cómo lo sabe?

M: Lo sé.

S: Porque hay un nombre grabado sobre la losa?

Verónica: Sobre la qué?

Pablo: Parala un minuto. Sobre la losa creo que dijo. La lápida.

V: Ah… gracias, sabelotodo.

P: Je. Rebobino.

S: Dónde?

M: No lo sé. Una tumba abierta y yo estoy de pie junto a la losa mirándola. Es mi tumba.

S: Pero cómo lo sabe?

M: Lo sé.

S: Porque hay un nombre grabado sobre la losa?

M: No. Es nueva y está esperándome.

S: Qué más? Diga.

M: Esta parte es una pesadilla. Hay una torre y una campana y debajo un jardín. Parece estar en España. Un pueblo de España. Desaparece en seguida.

(algo se mueve en la cama. Es Iván que estaba durmiendo inadvertido, escondido entre sábanas y almohadas)
Iván: Hola

V y P: Hola.

I: Qué hora es?

P: Las ocho. Estás bien?

I: …

V: Shhhh. Andá para atrás otra vez.

M: Esta parte es una pesadilla. Hay una torre y una campana y debajo un jardín. Parece estar en España. Un pueblo de España. Desparece en seguida.

S: Y un retrato? No ve un retrato?

M: No.

S: He de encontrar la clave de esto. De hallar el principio y darle forma.

M: Para explicarlo todo? Hay algo mucho más fácil, dígalo! Si estuviera loca no haría falta otra explicación.

S: Madeleine!

M: Scottie! No estoy loca, no estoy loca! No quiero morir! Pero hay algo dentro de mí que me dice que sí. Scottie no me abandones.

S: Estoy aquí a tu lado.

M: Tengo miedo.

(llega David con su instrumento enfundado, desde la calle. Verónica y Pablo le hacen gesto de que no hable por la película. Saluda con un beso a ambos. En el saludo advierte a Iván que permaneció boca abajo, también semidesnudo. Verónica baja el sonido)

Pablo: Uf! No es impresionante?

Verónica: Hola mi amor.

David: Hola mi amor.

P: Hola…

Iván: (dándose vuelta e incorporándose, volviendo de un sueño muy profundo) Hola.

(David se sienta en el borde de la cama, incómodo, no hay lugar. Todos están en ropa interior menos él que parece demasiado abrigado. Se saca ropa. Iván se levanta de la cama y sale)

P: Me odia.

V: Shhhh! Se escucha todo.

P: Mucho calor en la calle?

D: Sí. Bueno, relativo. Mucha humedad. Venía transpirando.

V: Sí, se siente. Cómo estás mi amor?

D: Bien. Vengo de ensayar.

V: Qué?

D: Y… estuve como cuatro horas con The Undeafeated. Dándole y dándole. No, bien, bien.

V: Con quién?

D: Con quién qué? Con quién ensayé? Solo.

V: Ah…mirá vos… Querés cerezas? Nosotros viendo esta locura. La viste vos?

D: Sí. Está buena.

P: Yo la ví hace diez años cuando terminé el colegio primario y me explotó la cabeza. La idea de la mujer inexistente. Es imbancable.

V: Y ella? Infernal.

D: Sí. Sí.

P: Yo me voy a ver qué onda por allá. (sale)

D: Qué onda vos? (la besa, le toca los pechos)

V: Y, estos están fatales. Iván se tomó unas pastillas para dormir ayer y hoy sigue durmiendo. Imaginate Pablito. Ahora nos metimos en la cama y nos concentramos un rato. Pablito quiere hablar todo el tiempo de todo. Qué calor insoportable. No, esto te digo está bravísimo, bravísimo, bravísimo. (David se saca la ropa y se mete en la cama. Ni bien entra intenta besarla y ella sale a buscar algo) Esperame un momento. Voy a buscar café y algo para comer.

haikus over the phone II


-es que ellas en el cine ven mierda, siempre.

-te quiero rubia. No te llamo de noche porque me angustia que no me atiendas.

-todos enamorados de vos: docentes y alumnos.

-es difícil hacerme frente. Tiene que ser alguien que quiera aventurarse.

-hoy hace una fiesta tu posible novio.

-el miércoles fue mi cumple.

-viajo en subte. Un loco sacó el celu y lo lamió. Estoy en shock.

-una bufanda hermosa y carísima que perdí no sé dónde.

-nena! Recién te despertás o en legislativo llega todo tarde?

-se ve que estás bien porque me dejás de dar bola…. Está bien. Es hora de que vueles de mi nido.

-me cago en la leche: no llego a la clase platónica!

piel


Y la historia se terminó y no se me ocurre contarla, no tengo deseo de reproducir nada, te evaporaste como un sueño malo. Una pesadilla  donde somos niños desprotegidos y las bruja mala nos sumerge en un caldero negro como la muerte, rodeados de verduras humeantes. Ya no es lo mismo nadar en este caldo espeso lleno de pequeñas gotas doradas de grasa que se adhieren a la piel y tampoco es posible que vos y yo estemos en el mismo recipiente. La madrastra nos mira con unos ojos también muy oscuros desde una profundidad irreconocible, desde un rincón horroroso, lleno de malos olores e insectos llenos de pelos.
El alivio sobreviene por un instante cuando esta mujer enorme y bella se distrae y se aleja flotando y vos y yo respiramos después de un buen rato de contener el aliento a causa del pánico y vemos cómo abre un mueble de madera negra como el carbón y adentro hay un espejo de marco dorado un espejo con un reflejo vivo un espejo que es un objeto mágico.
Y yo tengo miedo, en los sueños siempre tengo antes que nada miedo de todo lo malo que pueda suceder a continuación, de que se acerque con ese espejo a mí y me quiera sacar de la olla enorme que ya me parece tibia y acogedora, pero me despierto a tiempo, pensando en mí y en la música italiana y recién a media mañana recuerdo que nos conocemos y que tu dolor es imposible. Y mientras exprimo unas naranjas recuerdo tu rostro.

Tengo una corona dorada sobre mi cabeza, es pesada y, sin embargo, me siento raro sin ella. Tengo una respiración entrecortada como si durmiera sobre una piedra una siesta sin sueños rodeado de flores. Tengo los ojos saltones, profundos y una debilidad por chapotear en el barro. Tengo algo de fuego en mis palabras aunque no sé hablar. Tengo un cuerpo difícil de describir porque está siempre cubierto: tengo miedo de salir lastimado en cada batalla. Tengo la certeza de que soy el hijo de alguien importante y me miro en un espejo todas las mañanas y me pregunto cosas mientras me lavo la cara.

No estoy sostenido por ningún libro ni por el recuerdo de una película ni por una pintura de P. colgada en mi living ni por una foto de M. abrigada como una actriz en el viento de la playa ni por la nueva escultura plateada que S. me regaló para mi cumpleaños ni por los discos en el mueble ni por mis dibujos de animales ni porque todo lo que tengo lo compré yo con mi dinero ni por los mensajes en la máquina cuando vuelvo de la calle ni por los colores de las paredes de mi casa ni por nada del mundo ni por vos tampoco.  


 




draft


Un niño despierta una mañana y tiene una familia compuesta por un padre y una madre de mediana edad en un departamento de clase trabajadora. La madre es un ama de casa que desea expandir sus horizontes y estudiar en la universidad y ser una profesional. El padre trabaja y está presente a través de la ausencia. Es un trabajador incansable que brilla afuera del hogar. La casa es una casa cálida. La madre pasa muchas horas encima del hijo enseñándole a hacer flores de papel. El hijo se muestra muy detallista y tranquilo, observa constantemente a su madre realizar las tareas del hogar. (invierno) el padre lo usa como conejillo de indias de los tests que estudia para su trabajo. El niño está enfermo y va al médico aunque no quiere ir. El niño le comenta al doctor que esos padres no son sus padres. Que los está buscando.

epígrafe



“ En el principio la vida es de color rosado, como el amanecer en un día de tormenta, como una fruta que irá coloreándose hasta pudrirse, nuestra historia es la de todos los días y todos lo seres: la pureza con la que llegamos al mundo es teñida a cierta edad por el carmín de la pasión, el oscuro e indeleble tinte de la sangre que corre por el interior de nuestras venas. Vivir sin conocer el amor, sin embargo, no es vivir. Nadie nos enseñó cómo hacerlo.”

para NOVELA ROSA de Marianela Fasce.


las preguntas del verano


Las preguntas del verano dibujan un sendero
que entra
lentamente
en el otoño.
Escucho ciertas huellas
ocultas entre las hojas caídas.
Más tarde.
Vidrios arriba. Música adentro.
Me olvido de las respuestas
frondosas.

El olvido como un mantra mudo
que cubre algo
mío,
no sé bien qué.
Aprendo el monólogo de memoria
y hay una línea que se pierde,
curva,
entre los árboles
dorados:
el resto es silencio.

haiku por sms (autores varios)


-Casi mato al hamster. Pensé que tenía comida y eran las cascaras vacías. Le puse nuevas recién y se abalanzó. Me dio angustia.

-No vi maldad. Ví miedo y angustia.

-Si puedo paso por tu casa y charlamos y después duermo un rato la siesta?

-Hola mi amor está mejorando hay que tener en cuenta que fue una super fumadora todo exceso tiene su precio beso y hablamos.

-A full tv colchón en el piso con mis dos sobrinos. Inesperadamente libre!

-Te acordás en qué calles quedaba la libreria de san telmo que vendia jane austen en ingles?

-Lo acabo de ver pasar a J. desde mi taxi.

-Mejor! Yendo a bailar rock and roll!

-Me propongo embarcarme de lleno en la jardinería. Incluye técnicas mixtas, tanto en el manejo orgánico como en el plano decorativo, Planeo llevar documentado el proceso. Ampliaremos.

-Sí. Y te cuento que dormí como nunca me duele un poco el pinchazo de la anestesia en la espalda. Besos bb.

-La polisemia como no nos habíamos dado cuenta antes?

-Anagnórisis.

-Muy femenina en su conflicto la gorda.

-Viste? La vida de un padre es difícil.

-Linda la noche afuera.

-Trato de pensar que yo no estoy sola tampoco.

-Hollywood?

fronteras

 Leia, que tiene poco más de un año, se resiste de manera decidida a dormirse en mis brazos. Alaridos, miradas dolientes, simulacros de caída libre. Toda una dama aprendiendo a decir no cuando hay que decir sí. El sueño se presenta como un enemigo envolvente, ominoso. La abrazo firme y susurro en su oído, la paseo suavemente bajo la parra. 
La batalla es larga y agobiante, pero el calor nos ablanda.
Leia me mira confundida mientras se va, derrotada, atrapada en la telaraña que segrega una siesta de verano. 
Leia vino al mundo una noche de tormenta y la mayor parte de sus días gana otras contiendas porque su mirada y su sonrisa son irresistibles. Como el sueño, sobre el que delicadamente la deposito, al fin.


León, que tiene casi tres años, se queda a dormir en casa, en mi cama: un colchón king size en el suelo. Antes de cerrar los ojos y apagar la luz quiere leer un cuento. Y después ver fotos de su mamá en mi notebook.
Por la noche la herencia también actúa. León habla en sueños y grita. Le gusta dormir atravesado y con la mitad de su cuerpo en el suelo. Nosotros somos todos un poco sonámbulos. Conversadores oníricos.
A la mañana se incorpora todavía con los ojos cerrados. En cuatro patas levanta las almohadas y las sábanas, las manitos recorren la cama. Yo estoy buscando algo, me dice con una pronunciación de niño grande, una voz casi desconocida para mí. 
¿Qué estás buscando, León?, le pregunto.
Entreabre los ojos y se sienta sorprendido, piensa, mientras sigue mirando: no sé, no sé, no sé, me responde. 


                                                                                Giorgio De Chirico: L'énigme de l'arrivée et de l'après-midi, 1911-12        
                           

Sistema japonés para envolver regalos


El poder de los secretos se deshace cuando son revelados.
Cómo se hace para compartir el amor durante mucho tiempo.
Yo no lo sé.
Ellos lo saben.
Cómo se hace para hacer funcionar los planes.
Cómo se hace para ser paciente.
Hay muchas formas de merendar o despertarse por las mañanas. Muchas maneras de leer un libro, de contar una noticia.
Los secretos se revelan en el transcurso de los días.

Una casa vieja cruje, el té de limón hierve, la radio emite una voz grave.

Los secretos envuelven todas las cosas como papel celofán transparente.
Adentro están las cosas. Solas.
El sentido es desplegarlo y encontrarse con las cosas.
El segundo misterio se descifra aún más íntimo:
no importa la cosa, lo que vale es el secreto al envolverla.


cuaderno para J.

Antes, unos días atrás, todo era igual. Podría haberme subido a un tren hacia la playa o renunciado a la oficina o enfermado gravemente. Me sucedía algo que no comprendía del todo, encantado con el suave vaivén del abanico de la diversidad.
Ahora las cosas no son iguales entre sí. Y aunque saber lo que quiero no me tranquiliza, ni me vuelve más hermoso de lo que soy, elijo caminar por la orilla del mar, con el viento fuerte que sopla sobre mi costado.
El amor, el corazón rojo, esta ocupando todo. Y la vida, como dice mi madre, es una sola.


Camino solo por la playa. Por la orilla, más atrás viene V., y aún más atrás S., con su enorme perro negro, llamado Viernes.
Respiro mucho aire puro, camino con fuerza.
Cualquier excusa es buena para no pensar en J. No es que
él aparezca violento en mis pensamientos, interrumpiéndolos como el cuerpo de un ahogado que emerge entre las olas. Es exactamente al revés: mis pensamientos cubren
su imagen, que es continua en mi cabeza hueca.
Viernes corretea a mi lado, me mira cada vez que suspiro
aunque el viento sopla fuerte.

Me detengo, doy media vuelta y espero unos dos minutos a que V. me alcance. Viene caminando con la mirada clavada en la arena. Me pregunto si observa las piedras, los cangrejos muertos, o si simplemente está cansada de andar por la orilla.
No nos decimos nada y seguimos adelante. Yo voy rápido, me adelanto sin darme cuenta. No voy pensando en J.
- Esperame que se me hace difícil sin conversar. Hablame de algo.
- La cabeza alta –pienso yo. Mirando el horizonte. Pero no lo digo.
- El ombligo adentro –dice V.
Hace tres horas fumamos el último cigarrillo, pienso yo.
Muy atrás vemos a S. con Viernes, su hermoso perro negro.
- Antes yo estaba más con gente menos parecida a mí.
- ¿En qué sentido?
- No sé... Me parecía que esas personas sabían más cómo era la vida, que yo tenía que parecerme más a ellos. Ahora no. Me siento más segura.
Me doy cuenta de que ahora yo tampoco quiero ser como los demás. [Recuerdo a Helen Schlegel despertarse una mañana en Howard`s End y observar a la familia Wilcox, desayunando]
Sopla fuerte el viento. Ahora estamos en la terraza, mirando todo. Vemos desde arriba llegar a S. Con la llave.
- Yo me voy abajo, al departamento -digo sorpresivamente.
V. me sigue y me dice, irónica:
- Estoy preocupada. Por esos arranques repentinos, hablás como si estuvieras solo. Hacés lo que querés...
Ya estamos, en una fracción de segundo, compitiendo en el “Encuentro Internacional de la Agudeza” y somos los finalistas, pienso y no lo digo.
Tomamos un poco de agua, seguimos hablando.

V. y yo jugamos a las cartas. S. trae dos pescados. Es de noche y está empapado.
Festejamos, aplaudimos como dos niños.
- ¿Dudaban de mí? –pregunta S. Cuenta cómo fue, está feliz.
Yo no puedo ni escuchar música italiana, pienso yo. Estoy obligado a tomar un par de decisiones y para eso vine a la playa. Pienso en ir a la orilla después. A mirar la noche, boca arriba.
Empiezo, de a poco, a entender algunas cosas. Como engranajes o enormes sistemas transparentes. Ningún pensamiento me convence del todo. Nada permanece en mi cabeza hueca mucho tiempo.
Me pregunto, impaciente, si es lo mismo ir directo hacia el deseo que salir en la dirección opuesta, rápidamente.
S. limpia los pescados frescos, recién muertos. Yo miro todo, el infierno no existe. V. busca los nombres de los apóstoles en una Biblia pequeña. S. sale, baja.
V. me pregunta:
- ¿Sabes quién viene a cenar? –y me sonríe.
S. vuelve de hablar con su chica, B.
V.:- ¿Hablaste? ¿cómo está?
S.:- Bien, mejor que conmigo. No me voy a bañar –dice
- Voy a volver a pescar, después.
V. le pregunta:- ¿La trataste mal?

Escribimos una poesía con V. Cada uno una línea. Pura basura. El pescado se cocina en la olla.
“El residuo de lo real, eso es lo que te comés”, dice la última línea de V.

Estoy en la oficina sin hacer nada. Fumando. Suena el teléfono, es E. Quiere saber cómo me fue en la playa.
- Estupendo- le contesto. Le describo el clima, etc.
- Escuchame, no puedo hablar mucho- me dice.
Después, no sé cómo, terminamos hablando de sexo. Es uno de nuestros tópicos favoritos. Hablamos de sexo anal, hablamos del pasado.
- No me puedo colgar mucho. Mañana te telefoneo y nos vemos. Adiós.
Cortamos y me quedo reflexionando.
- Cada vez nos parecemos más- le digo al otro día, mientras cenamos en casa, juntos.


carta de vinos II

Gigliola Cinquetti. Dio come ti amo.

Mina. Grande, grande, grande.

Ornella Vanoni. Mi sonno inamoratta da te.

side orders (dedicated to m.p.)

Joseph Kosuth. Nacido en Ohio en 1945.

Andy Warhol. Nacido en Pittsburg en 1928. Fallecido en Nueva York en 1987.

Félix Gonzales-Torres. Nacido en 1957, Cuba. Fallecido en 1996, New York.

círculo





Desde que tengo memoria tengo buena memoria: podía recordar hechos muy lejanos de mi vida.
Y no solamente se trataba de lo antiguo. También sabía los nombres de gran cantidad de alumnos de mi papá, que cuando yo era chico dirgía una escuela primaria bastante grande. Cuando aprendí a hablar, rápidamente mi vocabulario fue profuso.
Sigo creyendo que esa habilidad, además de deberse al azar de la génetica, era alimentada por un ejercicio voluntarioso que yo practicaba. La melancolía era un lugar seguro, como un castillo, y yo jugaba solo, entre otras cosas, a recordar. Momentos muy felices o muy tristes y también hechos irrelevantes, datos sin explicación alguna. Fotos sueltas quizá sin orden, pero nítidas.
Hace algunos años leí un reportaje en una revista. Al entrevistado le preguntaban por su recuerdo más antiguo. Sentí una tibieza y puse a trabajar mi mente desandando el camino, que entonces suponía lineal, en busca de ese pequeño fragmento: el anterior. No se trataba de esfuerzo alguno, sino más bien como ya dije, de un entretenimiento que yo imaginaba infinito.Y pude recordar a mi madre embarazada (yo no me separaba de ella) esperando a mi única hermana, que es tres años menor que yo. Entre algunas otras escenas de los últimos meses antes del parto, reaparecía una y otra vez un recuerdo, curiosamente, sin mi madre. La escena se hundía en el olvido y salía a flote cada vez más limpia. Yo en el delta con mis tíos, Guillermo y María, y alguien más, seguramente una prima hermana de mi madre, en la lancha, salpicado de agua y manchado de la luz entre los sauces. Y aún más nítidamente, casi en foco filoso, yo paseando entre arbustos florecidos de jazmines intensamente blancos. Cientos de jazmines más altos que yo, entre los que camino, golpeado por el perfume. Y la sensación de que me alejaban, me protegían, de algo que quedaba en mi casa, en la ciudad. 
Algo que no comprendí hasta que sucedió: nacía mi hermana, mi vida cambiaba profundamente.


Mucho más adelante (ya desechada la línea escolar del tiempo) descubrí que en diciembre, en el principio del verano, la ciudad se llena de jazmines que se pueden comprar. Y que si huelo un jazmín el puente invisible del olfato es sólido: el recuerdo de la isla, el río, las manos de los adultos tomando las mías y las flores blancas... Vuelve y vuelve. Y vuelve. 
Nunca huelo el jazmín sabiendo lo que me espera. Siempre me siento irremediablemente atraído a hacerlo y lo hago olvidado de lo que oscuramente busco. No tanto aquellas escenas... sino la sorpresa de la lucidez con la que la memoria me inunda a mí.
Ahora, treinta y cinco años más tarde de aquél origen de mis ficciones, ya no busco refugio en la melancolía pero no he perdido del todo mi buena memoria. Y tengo una amiga que se llama Celeste que al principio de este verano se fue a vivir al delta. A una isla sobre el Río Capitán. Una casita de madera dentro del monte. Caminando hacia ella entre los árboles y las hortensias que se perciben onirícas, siguiendo el sendero que bordea el arroyo huelo los jazmines y los veo. Una pequeña plantación, un jardín descuidado. Entre las decenas de arbustos reventando de flores blancas existe el espacio perfecto para que un niño de tres años pase corriendo mareado por el perfume, ansioso, extrañado. Tal como lo recuerdo cada vez. O como lo reconstruyo en la  cámara oscura de mi mente.


Vuelvo de la isla, y mi madre me pregunta a través del teléfono:
-Exactamente en qué lugar del delta vive tu amiga, hijo?
-En el Río Capitán- contesto desganado, cansado del sol y del agua.
-Es muy hermosa esa zona. Ahí es adonde Guillermo a veces te llevaba a pasear cuando eras muy chico.

compañero




Subo al bus. Voy rumbo a la playa. Viajo de día.

Las butacas cada vez son más confortables. Tengo preparado todo un equipo para no aburrirme en el caso de que no pudiera conciliar el sueño durante las siete horas. Nadie ocupa el lugar a mi lado.
Estamos en movimiento. La luz de la mañana y el marco de la ventana me muestran la ciudad como si fuera desconocida y hermosa. Con la mirada entrecerrada a través de los anteojos de sol, siento el vacío de la partida y me acomodo en la parte mullida de la soledad. Llevo una sonrisa interior, brillante. 
Estoy cansado.
En la primera parada, media hora después del punto de salida, sube L. con su madre. En un revuelo ultraveloz entiendo que L. es mi compañero de ruta porque se sienta a mi lado. Y su madre me aclara, como si fuéramos viejos conocidos y yo ya lo supiera, que se acabó la tranquilidad porque L. va a hablarme todo el tiempo. A ella eso le parece divertido. Hago algo nuevo: no pienso nada. Y L. se sienta del lado de la ventanilla. Me sonríe y habla.
L. es un chico de once años y también viaja solo. Por primera vez. Pero sabe muchas cosas y quiere contármelas. 
El diálogo es continuo, ligado inexorablemente al desplazamiento del micro sobre la cinta de asfalto. Estamos los dos solos y hablamos. Nos entendemos.
Esos campos de ese color parecen el pelaje de un león, me dice observando el dorado áspero ya cosechado. Y esas vaquitas negras son las pulgas, agrega casi en un susurro.
Allá, donde él y yo vemos esos rayos grises cayendo sobre los árboles diminutos y oscuros del horizonte, está lloviendo, hay tormenta fuerte. Y más acá, en un rato, va a lloviznar donde pasemos nosotros. 
Y habla y habla como su madre predijo.
Y ahora cae la lluvia leve y gris sobre los vidrios. Quizá nos haga sentir un poco tristes o íntimos a todos los pasajeros. Como imagino cosas sobre L., se las pregunto para ver si adivino.
Tuve hermano, pero durante un tiempo, hace mucho. Cuando tenía tres o cuatro años. Tuve una hermanita pero nació con un problema en el corazón. Y se murió en la operación a los dos o tres meses, más o menos. No lo soportó, el corazón era muy débil.
Los dos somos muy educados y nos convidamos galletitas y chocolate.
Y seguimos.
Para hablar mucho hay que saber mucho. El que dice poco sabe poco, dice L. y me interroga observándome. Me pregunto si su sonrisa recubre cierta ironía. Rápidamente le contesto que hay quien sabe mucho y dice poco. Que depende de lo que a uno le convenga. Depende de la circunstancia, le digo. 
L. queda pensativo y en silencio por primera vez. Detiene su hablar sorprendente, interminable. Su manera desesperada de contarme todo lo que sabe, todo lo que piensa, todo lo que es.

El bus llega a su destino. Lo ayudo a bajar la mochila pesada (ya somos viejos amigos que conocemos nuestras flaquezas), llena de los libros y las carpetas para estudiar en el verano en el campo de los abuelos.  
No habrás dormido nada, me dice el abuelo.
Un gusto haberte conocido, me dice L. y me extiende la mano. 
Y nunca más nos volvemos a ver.


                                                                                                foto: Aurea Tolo Giol



main course






"...Porque esta es la verdad acerca de nuestra alma, pensó, de nuestro yo, que cual un pez habita en profundos mares, y nada entre oscuridades, trazando su camino entre matas de gigantescos hierbajos, por espacios moteados por el sol, y sigue adelante y adelante, penetrando en las tinieblas, en la frialdad, en lo profundo, en lo inescrutable, y de repente sale veloz a la superficie, y se exhibe y nada en las olas rizadas por el viento, y tiene una positiva necesidad de trato, de roce, de calor, con charlas ligeras."
Virginia Woolf
MRS. DALLOWAY


"...Pero yo me siento atormentado por una inagotable ansiedad de cosas remotas. Me gusta navegar por mares prohibidos y acercarme a costas bárbaras. Sin ignorar el bien, percibo enseguida el horror, y hasta puedo vivir en buenos términos con él - siempre que el horror me lo permita -,  porque me parece correcto mantenerme en buenas relaciones con los demás inquilinos del lugar donde vivo."
Herman Melville
MOBY DICK


      Hay algo que gravita
     sobre un centro propio
     que en las tardes más apacibles
     también se ubica en el fondo


     el universo entero puede verse a la vez
     atraído hacia el mismo punto
     con las demoras que en cada caso
     el agua plantea y así
     sobre la frontera que parte
     la noche al medio
     surge la duda aquí
     donde todo fue partido en dos mitades.


Gabriel Reches

carta de vinos

nick cave. into my arms

                                                                     

leonard cohen. the partisan


johnny cash. hurt


hors d'œuvre



XXVI

cuando dios decidió inventar
todo dio un
suspiro más grande que una carpa de circo
y todo empezó

cuando el hombre decidió destruirse
a sí mismo separó el fue
del será y encontrando sólo un por qué
lo trituró hasta convertirlo en un porque

E. E. Cummings
1 X 1
(ONE TIMES ONE)


"... El nacimiento al mundo humano de las cosas más simples, su toma de posesión por el espíritu del hombre, la adquisición de las cualidades correspondientes - un mundo nuevo en el que los hombres, a la vez, y las cosas, conocerán lazos armoniosos: esta es mi meta poética y política. ' ¿También esto le parecería vaporoso...?' (Tendré que volver sobre este asunto.)"

Francis Ponge
CUADERNO DEL BOSQUE DE PINOS


"Las cosas obtienen su ser y su naturaleza por dependencia mutua y en sí mismas no son nada."

Nagarjuna

starters


"Presumiblemente los hechos que tenemos en mano hablan por sí mismos, pero de una forma un poco más vulgar, sospecho, de lo que suelen hacerlo. Por lo tanto, para contrarrestar, empezaremos con ese odium siempre renovado y estimulante: la introducción formal del autor. La que tengo pensada no sólo sobrepasa en seriedad y verborrea mis sueños más disparatados, sino que, por añadidura, es tremendamente personal. Si tengo la suerte necesaria y me sale bien, su efecto será comparable al de un recorrido obligatorio por la sala de máquinas conmigo como guía, dirigiendo la visita vestido con un viejo bañador Jantzen de una pieza..."

J. D. Salinger
ZOOEY



"A la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva oscura, por haberme apartado del camino recto. ¡Ah! ¡Cuán penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor; temor tan triste, que la muerte no lo es tanto! Pero antes de hablar del bien que allí encontré, revelaré las demás cosas que he visto. No sabré decir exactamente cómo entré allí; tan adormecido estaba cuando abandoné el verdadero camino..."

Dante Alighieri
INFIERNO
LA DIVINA COMEDIA



"Tienes ocho años.
Es domingo por la noche.
Te dejaron quedarte levantado una hora más que de costumbre.
La familia juega a un juego de estrategia.
Te dejaron jugar con ellos porque ya eres bastante grande.
Pierdes. Estás perdiendo continuamente.
Tu estómago se tensa con temor.
Has perdido casi todas tus posesiones.
La pila de dinero delante de ti está también casi agotada.
Tus hermanos están comprando todas tus provincias. La última se está vendiendo en este instante.
Debes entregarte. Perdiste.
Y de pronto te das cuenta de que es solo un juego.
De un salto te levantas de la silla con alegría y golpeas la lámpara que cae al suelo arrastrando la tetera. Los otros están enojados contigo pero tu ríes subiendo la escalera hacia tu cuarto.
Sabes que no eres nada y sabes que no tienes nada.
Y sabes que no-ser y no-tener da una libertad inmensurable."

Janwillem van de Wetering